Novedades

Mucha comida, poco movimiento

Mucha comida, poco movimiento
 
Combatir los ambientes "obesogénicos" ayuda a bajar de peso
La obesidad tiene múltiples causas, que van más allá de la voluntad de las personas. Hay otros factores que favorecen que muchos seamos cada vez más gordos. Una especialista comparte consejos para crear espacios más saludables.
 
La ciencia ha avanzado mucho. Pudo demostrar que conservar un peso adecuado y hacer ejercicio es esencial para tener una buena calidad de vida y, probablemente, vivir más años. La paradoja es que hay infinidad de revistas, programas de televisión y medios digitales dedicados al fitness y, sin embargo, las poblaciones año tras año son más sedentarias y tienen mayor peso corporal, sobrepeso y obesidad.

En la Argentina, la última Encuesta Nacional sobre Factores de Riesgo Cardiovascular mostró que, excepto en la Ciudad de Buenos Aires, todas las provincias habían aumentado significativamente los niveles de sedentarismo con respecto al estudio realizado cinco años antes.

Es complejo entender cómo en esta época tan mediatizada, el mensaje de la ciencia sobre el peso y el movimiento físico no causa un efecto positivo. ¿Será que no depende sólo de la voluntad de las personas, sino de comprender el efecto multicausal de esta epidemia? El desafío es grande e involucra a todos los componentes de la sociedad, porque todos de alguna forma contribuyen, tal vez sin advertirlo, a que los niños y adultos sean cada vez más gordos y tengan un acondicionamiento físico peor que el que tenían sus padres o abuelos a la misma edad.

¿Por qué se ha perdido este equilibrio? Cada una de las causas daría lugar a un artículo con cientos de citas, pero voy a tratar de simplificarlo:

* El ambiente es obesogénico. Los niños son la mayor preocupación. Los índices de sobrepeso y obesidad son alarmantes en muchos países. La llamada “generación Z” no juega en movimiento, sino principalmente frente a una pantalla. La combinación de computadora, televisión, videojuegos y telefonía celular produce una gran atracción en los más pequeños. Las cuatro horas diarias de juegos sedentarios, ligadas a la obesidad, son ampliamente superadas varias veces por semana. En contrapartida muy pocos niños cumplen los 60 a 90 minutos de actividad física diaria que casi lo podríamos definir como un derecho básico para lograr su máximo potencial de desarrollo. ¿Es que iremos en contra de la naturaleza? Los niños espontáneamente juegan en movimiento, pero los adultos los familiarizan desde una edad precoz con la tecnología. Esta ha venido para quedarse, y no podemos negar los avances que ha producido, pero no hagamos oídos sordos a las consecuencias de su uso ilimitado.

* Los adultos y los niños se mueven muy poco. Cada nueva encuesta muestra que el sedentarismo sigue creciendo, con lo cual, el gasto calórico es mínimo.

* Se perdió el concepto de “porción saludable”. Los tamaños han crecido en forma desmedida y con ello el ingreso calórico. La saciedad debería ser la sensación fisiológica que determina el fin de la ingesta, pero no se ejercita. En cambio, se tiende a consumir sin tomar conciencia de lo que se ingiere: comemos el paquete entero, sin importar su tamaño.

* Compramos "por si…" Para mantener un peso saludable se deben organizar las compras, las comidas, y la distribución de los alimentos.


El sobrepeso y la obesidad tienen un origen multicausal. Para solucionarlo debemos tomar conciencia de que la forma de vida del ser humano ha cambiado y también la manera de enfermarse. La ciencia ha logrado prolongar la vida con el control de las enfermedades infecciosas y la disminución de la mortalidad temprana por enfermedades cardiovasculares. 

La calidad de vida que tendrán los niños y jóvenes de hoy dependerá en gran medida que los distintos actores de la sociedad. Las autoridades de salud y educación, los padres y las empresas deberán comprender y colaborar para solucionar la multicausalidad de esta epidemia que amenaza con acortar por primera vez la expectativa de vida de las nuevas generaciones.


Por la doctora Patricia Sangenis, médica cardióloga y especialista en medicina del deporte, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología, miembro del Colegio Americano de Medicina del Deporte, miembro de la Comisión Medica del Comité Olímpico Internacional y directora del Instituto Deporte y Salud de Buenos Aires.

Automedicación

Automedicación
 
La automedicación es la forma indiscriminada y voluntaria mediante la cual las personas consumen medicamentos, hierbas y/o remedios caseros sin previa prescripción médica ya sea antes o durante el tratamiento.

Qué es el metabolismo y cómo funciona

Qué es el metabolismo y cómo funciona
 
Tal vez hayas escuchado hablar del metabolismo sin comprender bien qué es. Para que puedas despejar tus dudas, aquí te contamos de qué se trata, cómo funciona y cuáles son los problemas metabólicos que puede tener una persona.
Muchas personas usan el término metabolismo sin saber en verdad de qué se trata. En general, se lo suele asociar a la obesidad y se lo culpa por no poder bajar esos kilos o libras de más, aunque no sea exactamente así.

El metabolismo es un conjunto de procesos físicos y químicos que ocurren en las células, que convierten a los nutrientes de los alimentos en la energía necesaria para que el cuerpo cumpla con todas sus funciones vitales, como respirar, hacer la digestión, hacer circular la sangre, mantener la temperatura corporal y eliminar los desechos (a través de la orina y las heces). Es decir que no sólo utilizamos esa energía para movernos y pensar, sino también cuando estamos en reposo.
Cuando comemos un alimento, unas moléculas del sistema digestivo denominadas enzimas descomponen las proteínas en aminoácidos, las grasas en ácidos grasos y los hidratos de carbono (carbohidratos) en azúcares simples (como la glucosa). Estos compuestos son absorbidos por la sangre, que los lleva a las células en donde otras enzimas aceleran o regulan las reacciones químicas necesarias para “que se metabolicen” o sea, que se procesen de modo que se libere o se almacene la energía. Por cierto, la energía que un alimento le brinda al cuerpo se mide en calorías, y cuando consumes más calorías de las que necesita tu cuerpo, éstas se acumulan en forma de grasa.
Más específicamente, en el metabolismo intervienen dos tipos de actividades: la fabricación de tejidos corporales y la creación de reservas de energía (conocida como anabolismo o metabolismo constructivo) y la descomposición de tejidos corporales y de reservas de energía para obtener el combustible necesario para las funciones corporales (llamada (catabolismo o metabolismo destructivo). 

La velocidad y el sentido en que se producen esos procesos metabólicos están regulados por distintas hormonas que se fabrican por el sistema endócrino, como la tiroxina (que se produce en la glándula tiroides) y la insulina (que se produce en el páncreas).

A veces, el sistema metabólico falla y ocurren los llamados trastornos o enfermedades metabólicas, algunas pueden heredar. La mayoría suceden porque hay enzimas u hormonas que se concentran de manera anormal en la sangre o no funcionan correctamente. Lo que sucede es que es que hay ciertas sustancias químicas que si no se pueden metabolizar o que si se metabolizan mal pueden causar síntomas graves. Por eso, los problemas del metabolismo deben tratarse y controlarse.

¿Te preguntas cuáles son los trastornos metabólicos? A continuación te doy algunos ejemplos, que tal vez ya conocías:

Galactosemia: es un trastorno metabólico congénito, es decir, heredado. Los bebés que nacen con este problema no tienen suficiente cantidad de una enzima encargada de descomponer el azúcar de la leche, denominado galactosa.

Fenilcetonuria: otro trastorno congénito provocado por un defecto en la enzima encargada de descomponer el aminoácido fenilalanina, necesario para el crecimiento normal y la fabricación de proteínas.

Hipertiroidismo: se produce cuando la glándula tiroides segrega (produce) una cantidad excesiva de tiroxina, lo que acelera el metabolismo basal. Provoca síntomas como pérdida de peso, aceleración del ritmo cardiaco, hipertensión, ojos prominentes o saltones (exoftalmos) y un abultamiento en el cuello que se debe al crecimiento de la glándula tiroidea (bocio).

Hipotiroidismo: se produce cuando la glándula tiroides o no existente o produce poca hormona tiroidea (tiroxina), en ocasiones debido a la producción de anticuerpos que destruyen parcialmente a esta glándula, que por eso segrega una cantidad insuficiente de la hormona tiroxina, lo que hace más lento al metabolismo basal. En los lactantes y en los niños puede causar retraso mental y en el crecimiento, en los adultos provoca fatiga, disminución del ritmo cardiaco, aumento de peso y estreñimiento.

Diabetes, de tipo 1 o diabetes de tipo 2 : la primera (diabetes tipo 1) ocurre cuando el páncreas no produce o secreta suficiente insulina (se requiere insulina para el tratamiento), la segunda (diabetes tipo 2) se produce cuando el cuerpo no responde a la insulina en forma adecuada, tiene resistencia a la insulina que se produce. En casos avanzados puede no haber suficiente insulina. Los síntomas típicos incluyen orinar frecuentemente, tener mucha sed y mucha hambre. También se puede perder peso aunque las personas con diabetes tipo 2 tienden a tener sobrepeso o a ser obesas. A largo plazo, si no se controla, puede causar complicaciones serias. Entre ellas: problemas en los riñones (nefropatía diabética), lesiones en los nervios (neuropatía diabética), retinopatía y ceguera y enfermedad cardiovascular.

En todos los casos, los trastornos metabólicos deben ser tratados y, en general, pueden ser controlados, y las personas con problemas metabólicos pueden mantener una buena calidad de vida. Si tienes dudas sobre tu salud o crees que puedes tener alguna trastorno en tu metabolismo, consulta con tu médico.

Enfermedad por reflujo gastroesofágico

Enfermedad por reflujo gastroesofágico

La palabra reflujo significa ir en contra de un flujo, en este caso, del flujo normal de los alimentos. Al ser tragados, los alimentos pasan de la boca a la garganta (faringe), luego al esófago y después al estómago. En el estómago, los alimentos se mezclan con los jugos gástricos, que entre otras cosas se componen de ácido (el cual es necesario para digerir las proteínas).

Este ácido no daña al estómago porque el órgano produce una sustancia mucosa que lo protege de la acción del ácido clorhidrico; sin embargo, este mucus protector no es producido por el esófago,1 la faringe o la boca. Si los alimentos y el ácido del estómago regresan al esófago, producirán irritación y quemaduras. Cuando el esófago está constantemente irritado por el ácido del estómago, se presentan los síntomas del reflujo gastroesofágico: agruras (pirosis), tos crónica (que dura más de un mes), falta de aire (a causa de un broncoespasmo), dificultad para tragar (disfagia) y en los casos más graves, dolor al tragar (odinofagia) o dolor en el pecho que se puede extender al cuello y la mandíbula; este dolor se debe a inflamación del esófago (esofagitis)2 y puede ser fácilmente confundido con un infarto de corazón.

Fisiopatología 

La enfermedad del reflujo no es causada por gastritis como comúnmente se cree.

El Esfínter Esofágico Inferior (EEI) es la parte final del esófago en su unión con el estómago, y, aunque anatómicamente no posee características notables, funcionalmente es el encargado de mantener la presión esofágica a ese nivel, mayor que la presión intragástrica, impidiendo el paso de contenido gástrico en sentido inverso.

El RGE ocurre cuando el EEI no se cierra correctamente y el contenido de estómago se escapa o refluye, hacia el esófago.

El contenido gástrico es de pH ácido por lo cual produce la sensación de ardor epigástrico (en la boca del estómago) y si llega a la garganta o boca, tiene un sabor ácido y amargo, síntoma que se denomina pirosis. El ardor y la pirosis son síntomas comunes, pero no necesariamente significan la existencia de una ERGE. Sólo cuando estos síntomas son reiterativos puede ser considerado el RGE. Cualquier persona, incluyendo bebés, niños, y mujeres embarazadas, pueden presentarlo.

Después de una comida, el EEI sigue estando generalmente cerrado. Cuando se relaja, permite que partículas de ácido y/o de alimento refluyan hacia el esófago. En pacientes con RGE, la distensión gástrica inducida experimentalmente aumenta el número de relajaciones transitorias de EEI, que son la causa principal de los episodios del reflujo. A medida que el número de relajaciones transitorias del EEI aumenta, la frecuencia de los episodios de reflujo incrementa, de tal modo que el tiempo acumulativo de contacto del material ácido con la mucosa esofágica aumenta.

Otro factor que aumenta el tiempo de exposición al ácido del esófago en pacientes con RGE es la peristalsis esofágica ineficaz. Aunque ocurre la peristalsis, la onda generada es ineficaz debido a la amplitud disminuida de las ondas peristálticas secundarias.

Los pacientes con reflujo patológico experimentan a menudo muchos episodios de reflujo de corta duración y/o varios episodios prolongados donde el ácido puede permanecer en el esófago por hasta varias horas.

Aunque la duración de la exposición ácida del esófago se correlaciona con la frecuencia de síntomas, y con el grado y la severidad de lesión mucosal del esófago, el grado de daño de la mucosa esofágica puede aumentar marcadamente si el pH luminal es menor a 2, o si la pepsina o las sales de bilis conjugadas están presentes en el reflujo.

Las lesiones histopatológicas asociadas al RGE incluyen eritema, erosiones aisladas, erosiones confluentes, erosiones circunferenciales, úlceras profundas, el reemplazo del epitelio del esófago normal con el epitelio intestinal (esófago de Barrett5 ).

Otras lesiones asociadas indirectamente son la aspiración pulmonar, la tos crónica, y la laringitis.6

La hernia hiatal es una condición que predispone al reflujo.7 Ocurre cuando parte del estómago se desplaza a través del hiato diafragmático (agujero en el diafragma por el que el esófago pasa al abdomen) desde la cavidad abdominal hacia el tórax. La localiazación anormal del estómago hace que se ejerza presión externa sobre el contenido gástrico lo que promueve el reflujo. Además en ausencia de hernia hiatal, el EEI y el hiato diafragmático están alineados y de alguna forma el segundo refuerza al EEI; esta relación está perdida en la hernia hiatal.

Síntomas 

El reflujo puede ser asintomático. La pirosis es el síntoma más frecuente, pudiendo aparecer también regurgitación, dolor torácico o disfagia. La odinofagia (dolor con la deglución) es un síntoma raro en esta enfermedad y si es importante se debe sospechar la existencia de una erosión o una úlcera esofágica.

También pueden aparecer hemorragias, faringitis, laringitis, crisis de broncoespasmo (similares a las crisis asmáticas), neumonías aspirativas o incluso fibrosis pulmonar. Las manifestaciones en el aparato respiratorio pueden deberse a aspiraciones directas del contenido refluido hacia el árbol respiratorio o a reflejos de broncoespasmo desencadenados por la presencia del ácido en el esofágo, vía nervio vago.

El dolor de esófago puede ser producto además del exceso de alcohol durante un período extendido. Principalmente cuando no se le da mayor descanso a los órganos.

Factores predisponentes

El reflujo puede ser desencadenado por una serie de factores como: el aumento de la presión abdominal (por embarazo, obesidad, uso de fajas), por ciertos medicamentos (antagonistas del calcio, anticolinérgicos), recostarse después de la ingesta de alimentos, ciertos alimentos (café, te, chocolate), por el tabaco, ciertas enfermedades (esclerodermia).

La hernia hiatal predispone al reflujo como se explicó en la fisiopatología.

Actualmente el tratamiento del reflujo se basa en la supresión del ácido provocado en el estómago. Los medicamentos que han mostrado ser efectivos y siempre debe ser monitoreado por su medico.