La palabra “probiótico” es de origen griego y significa “a favor de la vida”. En concreto, se refiere a unos microorganismos (unas bacterias) que son similares o iguales a las que viven en el cuerpo que podrían tener efectos beneficiosos para la salud. Y ahora algunos estudios, sugieren que podrían ayudar a las mujeres a perder peso y mantenerlo.
Los probióticos son microorganismos vivos iguales o muy parecidos a los que viven en el cuerpo humano y que le proporcionan beneficios a la salud. Los probióticos se conocen como “bacterias buenas”, son de diferentes tipos y se encuentran, además, en algunos alimentos (yogur y otros alimentos a base de leche fermentada, levadura), suplementos, cremas y supositorios.
Su función es la de mantener un equilibrio de bacterias buenas presentes en el intestino (flora intestinal) y a neutralizar a las que son perjudiciales para la salud (como después de tomar antibióticos, por ejemplo).
Además de los beneficios mencionados, aunque se necesitan más estudios, se piensa que los probióticos ayudan a mantener la salud de la vagina (previenen infecciones vaginales por hongos), del tracto urinario e incluso, y de acuerdo a estudios recientes, podrían ayudar a tener un peso saludable.
Sobre este último punto, un estudio publicado en la revista British Journal of Nutrition reportó que algunos probióticos podrían ayudar a las mujeres a perder peso y a mantenerlo. El grupo de investigadores de la Universidad Laval en Canadá, decidió probar si el consumo de probióticos podría restablecer el equilibrio de la flora intestinal (de las bacterias buenas) en el intestino de las personas con sobrepeso para que lograran un peso saludable.
Esto, teniendo en cuenta que estudios anteriores han demostrado que la flora intestinal de quienes tienen sobrepeso es diferente de la de las personas delgadas. Además, tuvieron en cuenta que, por lo general, las personas obesas consumen una dieta baja en fibra y alta en grasa, lo cual promueve el crecimiento de las bacterias que no son beneficiosas.
Los investigadores pusieron a prueba su hipótesis al reclutar a 125 hombres y mujeres con sobrepeso. Durante un período de 12 semanas, el grupo de participantes consumió una dieta para perder peso, seguida por otro período de 12 semanas en el que se dedicaron a mantener el peso que lograron. La mitad de los participantes tomó 2 pastillas diarias de probióticos lactobacillus rhamnosus, mientras que la otra mitad recibió un placebo.
Luego de la dieta de 12 semanas, el promedio de peso que perdieron las mujeres que tomaron probióticos fue de 4.4 kilos comparado con sólo 2.6 kilos en el grupo en el que tomaron el placebo. Llamó la atención que no hubo diferencias en cuanto a la pérdida de peso de los hombres en los dos grupos y los investigadores dijeron que no estaban seguros de cuál era la razón.
Durante las semanas destinadas a mantener el peso que perdieron, los investigadores observaron que el peso de las mujeres que tomaron el placebo permaneció igual, mientras que aquellas del grupo de probióticos siguieron perdiendo peso. En total, estas mujeres perdieron 5.2 kilogramos (11.44 lb), es decir, el doble que aquellas que tomaron el placebo.
Además, se encontró que en dichas mujeres hubo una disminución de la hormona que regula el apetito y una concentración más baja de las bacterias presentes en el intestino que están relacionadas con la obesidad.
¿Cuál es la razón para estos resultados? Los autores del estudio creen que se debe a que los probióticos alteran la permeabilidad de las paredes intestinales. Así, pueden prevenir que algunos agentes inflamatorios entren en la sangre, lo cual puede contribuir a prevenir la obesidad, además de la intolerancia a la glucosa y eventualmente, el desarrollo de diabetes tipo 2.
Curiosamente otro estudio con probióticos (utilizando una combinación de 8 bacterias) en ratones por también se encontró que cuando les daban los probióticos a los ratones que consumían una dieta alta en grasa, evitaba que subieran de peso y era como si comieran la dieta baja en grasa. Además el depósito de grasa en las células y sus niveles de azúcar en la sangre eran menores, se mejoraba su tolerancia a la insulina (o sea había menos resistencia a la insulina) comparado con los animales que comían una dieta alta en grasa que no tomaban el probiótico.
Aún se requieren más estudios pero, esta interesante investigación en humanos y las que se están realizando en ratones, sin duda alguna, dirigen la atención en el papel que juegan los probióticos. Si has tratado de perder peso y aún no lo consigues, vale la pena seguir estos estudios de cerca. Quizás, en un futuro, incorporar el consumo de cierto tipo de probióticos sea la clave para tener un peso saludable cuando la dieta y el ejercicio solamente no logran el objetivo
¿CÓMO OBTENGO LOS MEJORES RESULTADOS A PARTIR DE UNA CIRUGÍA BARIÁTRICA?
Para obtener los mejores resultados, siga los consejos del equipo médico. Debe incorporarse a la terapia grupal, le proporcionará manejo de las emociones y la motivación para impulsar a largo plazo la pérdida de peso. Nuestros pacientes más exitosos (aquellos que han perdido más peso y lograron mantener dicha pérdida) son muy centrados en el cambio de vida. Si usted está dispuesto a hacer algunos cambios en su estilo de vida y adoptar algunos hábitos saludables, puede lograr resultados asombrosos.
¿PUEDO REALIZAR LA CIRUGÍA LAPAROSCÓPICA SI TENGO UNA ENFERMEDAD CARDÍACA?
Esto lo determinará la evaluación cardiológica. La cirugía mejora en la mayoría de los problemas relacionados con enfermedades del corazón, incluyendo: Alta presión, Colesterol, Problemas de lípidos, Agrandamiento del corazón (corazón dilatado o engrosamiento anormal), Enfermedad vascular (arteria y vena) y coronaria (arteria del corazón).
Es importante informar su condición cardiaca, fibrilación auricular, reemplazo de válvulas cardíacas, o stents previos o cirugía de bypass cardíaco. Si usted está anticoagulado tendrá indicaciones especiales antes y después de la cirugía.
¿CUÁNDO PUEDO QUEDAR EMBARAZADA DESPUÉS DE LA CIRUGÍA METABÓLICA Y BARIÁTRICA? ¿EL BEBÉ ESTARÁ SANO?
La mayoría de las mujeres son mucho más fértiles después de la cirugía. Se recomienda esperar 12-18 meses después de la cirugía antes de quedar embarazada. La buena noticia es que, después de la cirugía, hay mucho menos riesgo de experimentar problemas durante el embarazo (diabetes gestacional, eclampsia, macrosomía) y durante el parto. Los niños que nacen después de la cirugía de la mamá tienen MENOS riesgo de ser afectados por la obesidad más tarde, debido a la activación de ciertos genes.
¿NECESITARÉ UNA CIRUGÍA PLÁSTICA O RECONSTRUCTIVA?
La mayoría de los pacientes tienen cierta piel floja o flácida. Su apariencia individual depende de varias cosas, cuánto peso pierde, su edad, su genética y si hace ejercicio o no. Algunos pacientes optarán por una cirugía plástica o reconstructiva para extirpar el exceso de piel. Se recomienda esperar al menos 18 meses, y no tener altibajos de peso.
¿VOY A PERDER MI CABELLO DESPUES DE LA CIRUGÍA?
Es común entre los 3 y 6 meses después de la cirugía. La pérdida de cabello es casi siempre temporal. La ingesta adecuada de proteínas, vitaminas, minerales y la actividad física (tonismo muscular) ayudará a asegurar el recrecimiento del cabello.
¿NECESITARÉ TOMAR VITAMINAS Y MINERALES DESPUÉS DE LA CIRUGÍA?
Deberá tomar un multivitamínico para toda la vida, pudiendo requerir también de hierro, calcio y vitamina D. También necesitará realizar chequeos y controles. Recuerde que el mejor resultado se consigue con un seguimiento adecuado.
¿HAY QUE HACER UNA DIETA ESPECIAL ANTES DE LA CIRUGÍA?
Es necesario realizar una dieta pre-operatoria en particular, por lo general 2 o 3 semanas antes de la cirugía. La razón de la dieta preoperatoria es reducir el hígado y reducir la grasa en el abdomen. Esto ayuda durante el procedimiento y lo hace más seguro.
¿TENDRÉ QUE HACER UNA DIETA O HACER EJERCICIO DESPUÉS DEL PROCEDIMIENTO?
La mayoría de la gente piensa en una «dieta» como un plan que te deja con hambre. Ésa no es la manera que la gente siente después de la cirugía. Su apetito es mucho más débil y más fácil de satisfacer que antes. Esto no significa que pueda comer lo que quiera y cuando quiera. Las opciones de alimentos más saludables son importantes para obtener los mejores resultados.
La mayoría de los pacientes también piensan en el ejercicio como algo que debe ser intenso. La actividad regular y modesta es mucho más útil a largo plazo. No existe un plan «único». Aprender y cambiar a medida que se avanza.
¿PODRÉ TOMAR MIS MEDICAMENTOS DESPUÉS DE LA CIRUGÍA?
Puede ocurrir que deba reducir o eliminar muchos de los medicamentos que toma para la presión, enfermedades del corazón, artritis, colesterol y diabetes.

El sabor dulce que proporciona el azúcar es un sabor que generalmente gusta; es agradable y, a medida que se está más en contacto con él, más se quiere percibir; es, por lo tanto, adaptativo. Lo que implica que, al igual que ocurre con el sabor salado, cuanto más azúcar añades o consumes, menos se percibe el sabor real de los alimentos.
Cómo reeducar el paladar
Lo primero que conviene hacer es acostumbrar a nuestro paladar al verdadero sabor de los alimentos.
Es habitual encontrar personas que dicen no consumir azúcar porque no lo añaden a sus cafés, desayunos o postres y, sin embargo, endulzan con azúcar moreno, siropes, panelas e incluso miel, que al final tienen el mismo efecto; es decir, incrementan rápidamente el azúcar (glucosa) en sangre.
Reeducar el paladar supone bajar el umbral de percepción del sabor dulce y esto se consigue reduciendo progresivamente la cantidad que añadimos al café, los yogures y otros alimentos. Se puede sustituir por otros condimentos que proporcionan un sabor algo dulce para dar gusto, como canela, coco, fruta natural, frutas secas, cacao puro… Cuando se reduce progresivamente la cantidad de azúcar se descubren otros sabores en los alimentos, igualmente agradables.
Los edulcorantes acalóricos no son la alternativa, aunque se admite que en algunos casos se puede aconsejar el uso transitorio de la estevia o la sucralosa hasta que se logre una deshabituación al sabor dulce extremo y se pueda disfrutar de las bebidas y alimentos en su sabor original.
Los ‘sospechosos habituales’
El siguiente paso es procurar que nuestra cesta de la compra contenga la menor cantidad posible de azúcar. Para ello, hay que tener en mente los productos en los que suele estar más presente. Principalmente encontramos altas dosis de azúcar añadido en bebidas como zumos, refrescos y batidos. También abunda en los yogures saborizados, los postrecitos, facturas y galletitas, chocolates y derivados, galletas, cereales de desayuno así como en salsas como las de tomate y en alimentos preparados como pizzas o lasañas.
Sin olvidar que los alimentos enfocados para la edad infantil, como galletas, cereales, ‘mi primer yogur’, infusiones para bebés, en los que la cantidad de azúcar añadida es excesiva.
Saber leer el etiquetado
Para salir de dudas sobre el posible exceso de azúcar de un producto, nada mejor que leer su etiquetado.
Listado de ingredientes
Si entre los primeros ingredientes encontramos azúcar, lo mejor es evitar ese producto, ya que los ingredientes deben estar ordenados de mayor a menor cantidad de acuerdo a la legislación actual.
Tabla nutricional
En cuanto a la información contenida en la tabla nutricional, se aconseja evitar los productos con más del 5% de azúcares y, cuando se trata de una bebida se considera que es mejor que no lleven ningún tipo de azúcar añadido, a excepción de las bebidas isotónicas, que solo se recomiendan para deportistas después de 70-90 minutos de ejercicio intenso. Dentro de la composición nutricional está diferenciada la cantidad de hidratos de carbono totales y, dentro de este nutriente, el contenido de azúcar indicado por cada 100 gramos de alimento concreto. Esta información también nos da pistas valiosas sobre la cantidad de azúcar que vamos a ingerir.
Los mil nombres del azúcar
Otro punto fundamental es saber distinguir los diferentes nombres que recibe el azúcar. En el etiquetado lo podemos encontrar, entre otros, en forma de glucosa, jarabe de glucosa, jarabe de maíz, jarabe de arroz, fructosa, dextrina, dextrosa, maltodextrina, almidón modificado, sirope, galactosa, néctar de agave, miel, jarabe de algarroba, concentrado de fruta, azúcar glas, panela, melaza, trehalosa, azúcar de caña o de remolacha...
Alternativas menos azucaradas
Proponemos algunas alternativas más saludables para los productos que suelen contener elevadas cantidades de azúcar:
Galletas caseras de fruta, avena, huevo o canela para sustituir a las galletas industriales (incluso las digestivas).
Opciones caseras de magdalenas y bizcochos.
Yogur natural al que podemos añadir canela, vainilla o fruta en vez de los yogures con sabor a fruta o trozos de frutas.
Leche sola, o bien con cacao puro o canela, como alternativa a la leche chocolatada.
Avena o cereales sin azúcar en vez de los cereales de desayuno.
Salsa de tomate casera en lugar de ketchup.
Opciones bajas en azúcar y sal para sustituir a las salsas de soja, barbacoa, etc.
Frutas al natural frente a las que están en almíbar.
La palabra grasa suele asociarse con gordura o con enfermedades. Sin embargo, las grasas son imprescindibles para el funcionamiento del organismo... el veneno lo hace la dosis.
Las grasas y los aceites o triglicéridos son un grupo de compuestos orgánicos (lípidos) de naturaleza aceitosa, untuosa o cerosa. Los animales las concentran en variadas partes del cuerpo, pero principalmente en los tejidos adiposos; en las plantas están contenidas generalmente en las semillas a modo de sustancias de reserva.
Las grasas, además de aportar la mayor cantidad de energía al organismo, son importantes para que se produzca la absorción de algunas vitaminas, como las liposolubles A, D, E y K. Son también responsables en gran parte del sabor de los alimentos.
Gran parte de las grasas que consumimos se derivan de los aceites que se utilizan para cocinar y una forma muy habitual de cocinarlos es la fritura, considerada por muchos puristas de la dietética como un veneno para nuestro organismo. Sin embargo, vamos a darle un voto de confianza al frito de toda la vida aprendiendo a sacar el mejor rendimiento de los aceites vegetales.
La consecuencia inmediata de freír cualquier alimento es que éste pierde parte de sus propiedades que van a pasar al aceite de la fritura, aparte de hacer que éste gane una cantidad de calorías extra y que la digestión sea peor que la de cualquier otro tipo de cocinado. Si queremos tomar de vez en cuando alimentos fritos es importante que sigamos una serie de recomendaciones básicas para que éstos sean igual de saludables que los alimentos cocinados de cualquier otra forma.
Clasificación de las grasas...
Según la consistencia que presentan a la temperatura ambiente, las grasas se clasifican en aceites, cuando son líquidas; untos o mantecas cuando son semisólidas y sebos, cuando son sólidas. Son insolubles en agua y menos densas que ella. Generalmente, en estado puro son insípidas, inodoras e incoloras.
Las características físicas de las sustancias grasas vienen determinadas por una serie de ácidos grasos puros, algunos de los cuales son la palmitina, la estearina y la oleína (esta última está contenida principalmente en los aceites vegetales), todos ellos se encuentran en las grasas y aceites naturales en distintas proporciones. Las grasas saturadas son sólidas a temperatura ambiente y proceden generalmente de organismos animales.
Grasas saturadas e insaturadas...
Según el número de átomos de hidrógeno que presentan los enlaces químicos de las grasas, éstas se dividen en saturadas, cuando contienen todos los átomos de hidrógeno posibles; e insaturadas, cuando han perdido dos o más átomos de hidrógeno (son las monoinsaturadas y poliinsaturadas respectivamente). Las grasas saturadas son sólidas a temperatura ambiente y proceden generalmente de los organismos animales. Por su parte, las insaturadas son líquidas y proceden sobre todo de los aceites de semillas. Las dietas ricas en determinadas grasas se han demostrado como perjudiciales para el organismo, especialmente las saturadas (véase el siguiente apartado "Efectos de las grasas en el organismo...").
Efectos de las grasas en el organismo, el colesterol...
Además de a niveles altos de de colesterol, un consumo excesivo de grasas está asociado a la obesidad, enfermedades de la vesícula biliar y algunos tipos de cáncer.
El organismo recibe las grasas de la dieta y tras descomponerlas en ácidos grasos los pasa a la sangre, formando los llamados triglicéridos. Por los estudios realizados sobre determinadas enfermedades cardíacas y vasculares, se sabe que éstas pueden ser causadas por dietas ricas en grasas, especialmente si se trata de grasas saturadas, ya que elevan el nivel de colesterol en sangre.
El aceite de oliva es una grasa insaturada que se ha demostrado excelente para prevenir los accidentes vasculares por altos niveles de colesterol.
El colesterol es un lípido muy difundido en los tejidos animales, y de importancia para sintetizar variadas sustancias, tales como la vitamina D, la bilis, las hormonas sexuales, o las hormonas de la corteza suprarrenal (corticoesteroides). Sin embargo, un alto nivel de colesterol en la sangre promueve la obstrucción de las arterias, al depositarse la grasa en sus paredes y sedimentarse con cierta dureza, produciendo rigidez y disminuyendo el volumen del riego sanguíneo. Cuando esto se produce en las arterias coronarias, que tienen la misión de regar las paredes externas del corazón, se puede interrumpir el suministro y conducir finalmente a un ataque al corazón (infarto cardíaco o de miocardio). Además de a niveles altos de colesterol, un consumo excesivo de grasas está asociado a la obesidad, enfermedades de la vesícula biliar y algunos tipos de cáncer.
En Dietas
En una dieta sana deben limitarse al máximo las grasas saturadas, que aumentan el riesgo de sufrir accidentes vasculares por incremento del nivel de colesterol en sangre.
En una dieta sana deben limitarse al máximo las grasas saturadas (procedentes generalmente de organismos animales). Por el contrario, es aconsejable sustituirlas por grasas insaturadas (procedentes de organismos vegetales), sobre todo si son del tipo poliinsaturadas, que tienden a reducir los niveles de colesterol. El aceite de oliva, por ejemplo, es una grasa no saturada que se ha demostrado excelente para prevenir los accidentes vasculares por acumulación de colesterol de baja intensidad en las arterias, gracias a su contenido en ácido oleico; es además un ingrediente de la tan afamada dieta mediterránea.
Algunos ácidos grasos poliinsaturados que se encuentran generalmente en los aceites de pescado, también son beneficiosos para la circulación sanguínea, ya que reducen la coagulación y por tanto el riesgo de sufrir una trombosis
Energía de las grasas...
Aunque las grasas no son tan abundantes en la naturaleza como los hidratos de carbono, producen sin embargo más del doble de energía que éstos.
Las grasas no son tan abundantes en la naturaleza como los hidratos de carbono, pero sin embargo producen más del doble de energía que éstos. Son además muy fáciles de almacenar como reservas energéticas para cuando se produzca una reducción de los hidratos de carbono disponibles.
Las células procesan muy eficazmente la energía almacenada en forma de grasas. Cuando el cuerpo "quema" (oxida) un gramo de grasa, se liberan unas 9 kcalorías (alrededor de 37.000 julios), mientras que la misma cantidad en hidratos de carbono o proteínas sólo liberan unas 4 kcalorías (alrededor de 16.000 julios).
Los animales almacenan grasa preferentemente en los tejidos adiposos, para su posterior consumo durante los periodos de gran actividad física, estaciones frías o secas, o dificultad para obtener alimentos. Los humanos, sin embargo, son seres industriosos, con capacidad para modificar sus condiciones de trabajo en beneficio del máximo rendimiento, lo que implica la utilización de máquinas para desarrollar labores con el mínimo esfuerzo físico y por tanto con escaso consumo de calorías, lo que da lugar a un almacenamiento excesivo de grasas en el organismo, por ingestión de alimentos energéticos en mayor cantidad que las energías consumidas, hecho especialmente evidente en los países desarrollados e industrializados, donde además los alimentos no escasean; en estos países más del 40% del consumo total de energía procede de las grasas.
Algunas grasas animales muy comunes, como las de la leche, apenas sufren alteraciones desde su obtención.
La acumulación desproporcionada de grasa en el cuerpo humano se ha tornado en un riesgo creciente para la salud, por ello las guías nutricionales de la Organización Mundial de la Salud aconsejan que, de toda la energía ingerida a través de los alimentos, la correspondiente a grasas no supere el 30%.
Grasas y aceites alimentarios...
Las grasas y aceites, aunque también tienen utilidades industriales, son generalmente destinadas a la alimentación humana. Algunas grasas animales muy comunes en la cesta de la compra apenas sufren alteraciones desde su obtención, tal es el caso de las mantecas de cerdo y las grasas de la leche; o las margarinas, que consisten simplemente en aceites hidrogenados (endurecidos). En los últimos tiempos la industria alimentaria ha conseguido desarrollar variados productos bajos en grasa, para sustituir en todo o en parte esos otros productos, alcanzándose reducciones superiores al 20% en la dieta.
Necesidades diarias de lípidos
Se recomienda que las grasas de la dieta aporten entre un 20 y un 30 % de las necesidades energéticas diarias. Pero nuestro organismo no hace el mismo uso de los diferentes tipos de grasa, por lo que este 30 % deberá estar compuesto por un 10 % de grasas saturadas (grasa de origen animal), un 5 % de grasas insaturadas (aceite de oliva) y un 5 % de grasas poliinsaturadas (aceites de semillas y frutos secos). Además, hay ciertos lípidos que se consideran esenciales para el organismo, como el ácido linoleico o el linolénico, que si no están presentes en la dieta en pequeñas cantidades se producen enfermedades y deficiencias hormonales. Estos son los llamados ácidos grasos esenciales o vitamina F.
Si consumimos una cantidad de grasas mayor de la recomendada, el incremento de calorías en la dieta que esto supone nos impedirá tener un aporte adecuado del resto de nutrientes energéticos sin sobrepasar el límite de calorías aconsejable. En el caso de que este exceso de grasas esté formado mayoritariamente por ácidos grasos saturados (como suele ser el caso, si consumimos grandes cantidades de grasa de origen animal), aumentamos el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares como la arteriosclerosis, los infartos de miocardio o las embolias.
¿Que son Grasas Saturadas?
Las grasa se clasifican en tres tipos:
Saturadas
Mono-Saturadas
Poli-Saturadas
De estos tres tipos resulta mas peligroso el de las llamadas grasas saturadas. Podríamos definir, estas sencillamente por sus características externas mas elementales: se mantiene dura aún cuando se encuentra a temperatura ambiente, como sucede con la manteca de cocina y la mantequilla; es decir, las grasas saturadas sólo se derriten cuando se eleva la tempetratura.
Los alimentos de orígen animal son ricos en grasas saturadas y por lo tanto en colesterol. Incluso, hay partes determinadas de la carne de la res que son particularmente peligrosas para el corazón. Los alimentos lacteos tambien están cargados de grasas saturadas: en la leche completa el 3.6 % está constituído por grasas; los quesos (sobretodo quesos duros) las poseen en grandes cantidades; y la mantequilla y la crema no son una excepción.
Aunque es cierto que los aceites vegetales resultan menos dañinos para la salud del ser humano, algunos de ellos pertenecen al grupo de las grasas saturadas, y por tanto, resultan nocivos. Tal es el caso de los acites de coco y de palma, que se emplean en la elaboración de diferentes productos industriales, y cuyo consumo puede resultar perjudicial para las personas con indices elevados de colesterol. Este es el motivo por el que su consumo debe ser vigilado constantemente.
Estas grasas poseen niveles muy bajos de colesterol. Se caracterizan externamente porque se mantienen en estado liquido a la temperatura ambiente. Entre ellas se encuentran las semillas de algodón, maíz, girasol, semillas de sésamo, soya y otros. El uso de las grasas poli-saturadas ayuda a disminuir el nivel de colesterol en la sangre.
Las mono-saturadas se hallan en el maní, las aceitunas de oliva. Los aguacates tambien son ricos en este tipo de grasa mono-saturada.
En algunos países del mediterraneo se ha comprobado que consumen este tipo de grasa mono-saturadas logran prolongar el promedio de vida de su población, y presentan un porcentaje menor de fallecimientos por problemas cardiácos que otros pueblos.
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