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Cómo recuperarnos después de las fiestas?

Cómo recuperarnos después de las fiestas?

Luego de los "atracones" de las fiestas, si no es posible evitarlos, te aconsejamos un plan para tratar de subsanar los daños provocados por los excesos.

Cada primero de año, especialmente después de los excesos de las fiestas navideñas, fin de año, Año Nuevo y Reyes, casi todos hacemos propósitos de enmienda y nos planteamos perder peso de inmediato.

Un propósito que no debiera quedarse en proyecto porque según recientes estudios más del 30% de la gente tiene problemas de obesidad y más de la tercera parte presentan sobrepeso. Pero tan importante como perder peso es desintoxicar nuestro organismo al que, en estas fechas, sometemos a más de un peligroso exceso.

Muchas veces no somos conscientes de lo que podemos llegar a consumir esas noches de fiesta, para que tengas una proporción, se asegura que en una cena navideña o de fin de año se consumen calorías equivalentes a 5 días.

En general comemos mal y nos movemos mucho menos de lo que nos haría falta. Y ése es un problema que las sociedades ricas pagan con el aumento de las enfermedades cardiovasculares, auténtica plaga de nuestros tiempos. Por eso es bueno plantearnos de manera seria esos vagos propósitos que generalmente nos formulamos siempre tras los excesos navideños. Porque se trata de fechas en las que generalmente las comidas son abundantes y se abusa de los embutidos, los entrantes grasos, la carne, las salsas, el pescado graso, los fritos, el jamón, el queso, los frutos secos, los dulces, los pasteles, las tartas, los bombones, los mazapanes, las tortas, las peladillas, los turrones, las confituras y los helados -entre otros muchos productos propios de esas fechas como los roscones de reyes- sin olvidar el vino, la cerveza, los refrescos azucarados con gas y todo tipo de bebidas alcohólicas. A lo que hay que añadir el exceso de marisco en muchas mesas así como el de café y té bien cargados para aguantar las noches de descontrol alimentario.

Consejos básicos
Luego de haber probado semejantes delicias, acompañados seguramente de bebidas alcohólicas, el cuerpo pide a gritos un descanso:

• Beba sin límite: agua, soda, caldo light, infusiones sin azúcar, gelatinas light. Incorpore por lo menos dos litros y medio de agua al día.
• Consuma abundante cantidad de frutas y vegetales frescos y en jugos.
• Consuma cereales integrales.
• Coma más pescado.
• Consuma yogures descremados.
• Cene liviano: incluya hortalizas, carne magra y fruta.
• Evite embutidos, fiambres, manteca, mayonesa y frituras.
• Reduzca el consumo de sal.
• Tome té de manzanilla, valeriana, tilo o cedrón para reemplazar al café.
• Muévase más cada día: elija caminar o ir en bicicleta para usar menos el auto, haga una actividad física de su agrado y conviértala en hábito.

Comida chatarra

Comida chatarra

La comida son aquellos alimentos que se ingieren para subsistir. Se conoce como alimentación al proceso que un individuo desarrolla de manera consciente para comer y beber estos alimentos, lo que da lugar al mecanismo de la biología que recibe el nombre de nutrición (a través del cual el organismo asimila la comida).

Comida chatarra
La noción de chatarra, por otra parte, hace referencia a un material de desecho. La chatarra es algo que no sirve o que no tiene ningún valor.

Estas dos definiciones nos permiten acercarnos a la idea de comida chatarra. La alimentación, como fenómeno influenciado por la cultura, la economía y el entorno social, implica una determinada selección y preparación de los alimentos. En este marco, es posible hablar de la comida chatarra (también conocida como comida basura), que son aquellos alimentos que presentan grandes cantidades de azúcares, grasa y/o sal.

Debido a sus componentes, la comida chatarra genera un efecto particular en quien la ingiere: se incrementa su apetito y aumenta la sed. Esto sin que la comida aporte sustancias nutritivas o saludables: por el contrario, las grasas y el resto de los ingredientes de la comida chatarra pueden provocar trastornos en la salud (como el desarrollo de obesidad).

En este punto es interesante recalcar la existencia de un documental que llegó a los cines de todo el mundo en el año 2004 y que llevaba por título Super Size Me. El cineasta estadounidense Morgan Spurlock fue quien dirigió y protagonizó dicha producción con la que perseguía mostrar las consecuencias que trae consigo el tener una alimentación basada en la llamada comida basura o chatarra.

Así, dicho film, se encarga de mostrar al espectador qué consecuencias tiene para el propio Spurlock el que durante un mes se alimente, única y exclusivamente, de alimentos de una de las cadenas de comida rápida más importantes que existen en todo el mundo como es MacDonald´s.

De esta manera, entre otras cosas, queda patente como dicho protagonista consiguió aumentar su peso en algo más de once kilos, como se incrementa lo que es su masa corporal, como experimenta una serie de cambios de humor, como sufre un amplio número de daños en el hígado y cómo llega incluso a padecer lo que es disfunción sexual.

Las empresas dedicadas a producir y comercializar este tipo de comida, por lo tanto, tienen un gran negocio al ofrecer alimentos que provocan más apetito y más sed, lo que hace que los consumidores sigan comprando.

La comida chatarra también se asocia a la facilidad de elaboración (por eso se habla de comida rápida), al bajo precio (suele ser barata) y al ocio (los adolescentes se reúnen en restaurantes de comida basura).

Estas características o señas de identidad son las que han propiciado que en todo el mundo en la actualidad dicho tipo de comida se haya convertido en la opción de muchas personas para alimentarse a diario. Y es que el que tengan poca capacidad económica o el hecho de que osea trabajos estresantes donde apenas gozan de tiempo para comer les lleva a optar por esta opción rápida y barata.

Las hamburguesas, las papas fritas y las gaseosas o refrescos de gran tamaño suelen ser el menú típico de las cadenas de comida chatarra,

Me enojo y como: Pasos para afrontarlo

Me enojo y como: Pasos para afrontarlo

El enojo es una de las emociones que suelen favorecer la impulsividad por la comida. Muchos de nuestros pacientes suelen explicarnos que cuando se cabrean con alguien o con algo se van a la cocina y pican, o bien se descontrolan en las cantidades cuando les toca la hora de la comida.

1º paso: ser consciente que estoy enojado

Muchas veces estamos enojados y ni siquiera queremos admitirlo, ya no a los demás, sino a nosotros mismos. Por ello, cuando estemos en este estado es importante atender a las señales físicas: como aprieto la mandíbula, las tensiones que tengo en el cuello, brazos… También darse cuenta como es mi pensamiento circular contra ese hecho que nos ha molestado.

2º paso: como es mi actitud frente al

Por ejemplo, darme cuenta como alimento el enojo, cómo le estoy dando mil vueltas a lo mismo para no soltarlo o para no asumir mi parte.

También puede pasar justo lo contrario, que no quiera reconocer que me he enfadado y esté desviando mi atención, pero mi enfado sigue ahí, presente de mi cabeza.

3ºpaso: Vivir plenamente el enojo y soltarlo.

Permitirme sentir ese enojo con qué cosas de mi me conectan. Ayuda hablarlo con alguien o escribirlo. Es decir lo sacamos, para luego poder dejarlo marchar. Porque no nos olvidemos que si estamos enfadados más de la cuenta, es una emoción que nos hace daño a nosotros mismos principalmente.

Darme cuenta cuál es mi parte en todo esto, no solo ver la parte del otro. Aceptar que yo también me equivoco e incluso que yo también podría haber podido hacer un acto parecido.

Puede servir también el realizar alguna actividad física, como correr, natación… en la que podamos descargar toda esta tensión acumulada.

Y finalmente, si lo vemos apropiado a las circunstancias, puede ser muy liberador expresarle al otro nuestro enfado y lo que nos ha pasado, sin culparlo ni agredirlo.

El 61% tiene sobrepeso pero sólo el 48% se percibe por encima de su peso ideal

El 30% de los argentinos sigue una dieta pero la mayoría es por restricciones médicas y sólo el 11% lo hace para bajar de peso. No obstante, el 73% expresa su deseo de cambiar hábitos alimentarios.

Tres de cada diez argentinos mayores de 16 años sigue una dieta alimentaria, pero sólo uno de cada diez lo hace para bajar de peso. Así lo reveló un estudio de alcance nacional realizado este mes por UADE y Voices!, que se desarrolló en el marco de las actividades del Centro de Investigaciones Sociales (CIS) y tuvo por objetivo relevar percepciones y hábitos de los argentinos en torno a la alimentación y la salud.

Casi la mitad de los argentinos (48%) afirma estar por encima de su peso ideal. La percepción de encontrarse por encima del peso ideal propio es levemente más alta entre las mujeres (50% vs. 45% en los hombres), entre quienes tienen entre 30 y 49 años (53% vs. 49% de los mayores de esa edad y 41% de los más jóvenes), entre los ciudadanos de nivel socioeconómico medio y alto (52% vs. 44% entre los de nivel bajo) y entre los que recibieron educación media o superior (53% y 54% respectivamente vs. 412% entre quienes sólo recibieron educación primaria).

Un dato interesante a tener en cuenta es que si bien sólo el 48% se percibe por encima de su peso ideal, el porcentaje de argentinos con sobrepeso en mucho mayor: según la 4º Encuesta Nacional de Factores de Riesgos (2018) el 61,6% de la población argentina tiene sobrepeso y obesidad. Este desajuste entre la percepción y la realidad es una tendencia que está en alza desde hace varios años en Estados Unidos: personas con sobrepeso e incluso obesas que se sienten bien con su peso y lo creen saludable.

Hábitos saludables
No obstante, el estudio realizado por la UADE en Argentina reveló que el 73% de los ciudadanos expresa la necesidad de algún tipo de cambio en sus hábitos alimenticios.
El 61% tiene sobrepeso pero sólo el 48% se percibe por encima de su peso ideal

Específicamente, el 55% manifestó que debería cambiar sólo algunos de sus hábitos alimenticios, mientras que el 18% alegó que debería cambiar radicalmente los mismos. La expresión de necesidad de un cambio radical en los hábitos de alimentación fue más alta entre las mujeres (21% vs. 14% de los hombres), entre quienes poseen entre 30 y 49 años (22%), entre los residentes del Gran Buenos Aires (25%) y entre los ciudadanos de menor nivel educativo (20% entre quienes accedieron únicamente a la educación primaria vs. 18% entre quienes poseen educación secundaria y 12% en aquellos que cuentan con algún tipo de educación superior).

“La preocupación por una alimentación más saludable forma parte de la agenda de los argentinos y resulta evidente que cada vez existe mayor conciencia al respecto. Es notorio que un 73% de los encuestados haya expresado la necesidad de algún tipo de cambio en sus hábitos alimenticios por diferentes motivos. Sin embargo, si bien casi la mitad de los argentinos (48%) manifestó que su peso actual es superior al ideal, sólo un 11% afirmó realizar algún tipo de dieta para bajar de peso. A su vez, sólo un 5% señaló que realiza alguna dieta orientada simplemente a comer mejor. Por otra parte, un 40% afirmó que los fines de semana suelen cuidar menos su alimentación. En efecto, todas estas conclusiones ponen de manifiesto que, aun cuando hay una mayor conciencia de la población sobre la importancia de una alimentación saludable, todavía existe un importante camino por recorrer para que esa conciencia se transforme en hábitos de consumo más sanos que repercutan positivamente en la salud”, analizó el secretario académico de UADE, Andrés Cuesta.

Dietas y consejos de influencers
El rol de las redes sociales se ha incrementado en los últimos años, al mismo tiempo que la popularidad de diversas figuras y referentes sociales en distintos ámbitos.

Casi 3 de cada 10 argentinos (27%) afirma seguir en redes sociales a referentes / influencers en alimentación. Esta aserción es más usual entre las mujeres (30% vs. 24% de los hombres), los más jóvenes (35% de los que tienen entre 16 y 29 años) y los sectores socioeconómicos medios (31% vs. 28% en alto y 24% en bajo, respectivamente). A su vez, esta es más frecuente cuanto más alto es el nivel educativo alcanzado (22% entre quienes poseen educación primaria, 32% en educación secundaria y 34% entre quienes cuentan con algún tipo de educación superior). Esta tendencia es muy riesgosa para la salud porque un buen plan alimentario es aquel dado por profesionales idóneos (nutricionistas) adaptados para cada paciente, de acuerdo a sus particularidades.

Al respecto, la directora ejecutiva de Voices!, Constanza Cilley aseveró que “los lineamientos de una alimentación saludable deben ser provistos por las autoridades sanitarias y este es un desafío del Estado”.

Otras problemáticas
En el estudio de la UADE, uno de cada 20 encuestados (0,5%) declaró sufrir de celiaquía, mientras que 1 de cada 50 manifestó padecer de anorexia (0,2%) y la misma proporción bulimia (0,2%).

Fines de semana
En la encuesta de opinión sobre percepciones y hábitos alimentarios de la UADE, el 40% de los argentinos (y el 48 de los porteños) afirmó cuidar menos su alimentación los fines de semana.