El sobrepeso y la obesidad se han convertido en uno de los problemas de salud más transcendentes de la humanidad. Lo que se consideraba únicamente un problema estético, es sin duda alguna un problema de salud que conlleva la aparición de enfermedades secundarias asociadas a la obesidad denominadas “comorbilidades asociadas a la obesidad». Estas enfermedades secundarias deben ser estudiadas en cada caso para decidir el tratamiento más indicado.
COMORBILIDADES ASOCIADAS A LA OBESIDAD
Las personas con mayor tejido adiposo tienen mayores probabilidades de presentar comorbilidades asociadas en relación a su gravedad (a mayor índice de masa corporal mayores complicaciones) y a su distribución.
Comorbilidades asociadas a la obesidad más comunes
Las comorbilidades asociadas a la obesidad o el sobrepeso tienen diferentes grados de complicación para la salud, pero en términos generales podemos identificarlas como:
Metabólicas: Diabetes Mellitus 2, dislipidemias, hipertensión arterial, cardiovasculares, neoplasias, colelitiasis, hígado graso u ovario poliquístico.
Mecánicas: Hipoventilación, apnea del sueño, miocardiopatía, insuficiencia cardíaca, osteoartrosis.
Psico-sociales: Depresión, ansiedad, alteraciones conductuales, discriminación social.
Desde que la obesidad se ha convertido en un riesgo para la salud, numerosos estudios han analizado la asociación entre indicadores de masa corporal, tejido adiposo y tasas de mortalidad, y como conclusión se destaca un significativo incremento de la mortalidad a medida que la masa corporal incrementa.
Para ofrecer una solución definitiva a la obesidad que pone en riesgo nuestra vida, en Clínica IMOS ofrecemos tratamientos que se eligen de acuerdo a las necesidades individuales de cada paciente.
Durante todo el proceso realizamos un seguimiento personalizado con los distintos especialistas que nuestros pacientes necesiten: desde médicos especializados, nutricionistas a psicólogos para asegurar los mejores resultados a lo largo de toda su vida.
Aunque a menudo se acusa a la comercialización de alimentos de aumentar la obesidad de la población, la relación entre la capacidad de respuesta individual a la comercialización y la obesidad aún no se ha establecido: ¿las personas con obesidad responden mejor a la comercialización de alimentos y, de ser así, es un rasgo estable o se puede revertir por cirugía bariátrica?
Estudiamos las respuestas a tres tácticas de marketing comunes que enmarcan los alimentos y las porciones como más saludables de lo que realmente son en tres grupos de mujeres:
(a) un grupo de pacientes con obesidad antes, 3 meses y 12 meses después de la cirugía bariátrica,
(b) un grupo de control de mujeres delgadas, y
(c) otro grupo de control de mujeres con obesidad pero que no buscan ningún tratamiento para su obesidad.
Las personas con obesidad inicialmente respondieron mejor al marketing de alimentos, pero la cirugía bariátrica redujo su capacidad de respuesta hasta el nivel de las personas delgadas. Además de documentar otra posible consecuencia psicológica de la cirugía bariátrica, nuestro estudio sugiere que la mayor capacidad de respuesta de las personas con obesidad no es una predisposición individual estable y apoya la noción de una relación recíproca entre la obesidad y la sensibilidad a las influencias ambientales.
Las tasas de obesidad han aumentado drásticamente en los países desarrollados durante los últimos 40 años, y muchas personas han asumido que el marketing de alimentos es, al menos en parte, el culpable. Pero, ¿las personas con obesidad son realmente más susceptibles a la comercialización de alimentos? Y si lo son, ¿es una predisposición permanente o puede cambiar con el tiempo?
Según un nuevo estudio las personas con obesidad tienden a ser más receptivas al marketing de alimentos, pero cuando su peso disminuye significativamente, también lo hace su capacidad de respuesta al marketing.
Para el estudio los investigadores siguieron a tres grupos:
-pacientes con obesidad severa antes de someterse a un bypass gástrico u otras cirugías para bajar de peso (conocidas colectivamente como cirugía bariátrica),
-así como a los tres y 12 meses. después; personas con obesidad que no se sometieron a cirugía bariátrica;
-y personas que no eran obesas.
En un estudio, se pidió a los participantes que estimaran el contenido de calorías en refrigerios y bebidas conocidos, incluidos algunos, que los especialistas en marketing generalmente enmarcan como saludables (es decir, jugo de manzana, barras de granola), y otros, que no están enmarcados como saludables (es decir, refrescos , barras de chocolate).
Los investigadores encontraron que todos subestimaron el contenido calórico de los refrigerios que se enmarcaron como saludables, pero el efecto fue más pronunciado en las personas con obesidad.
Para probar aún más el efecto de encuadre, los investigadores hicieron que los participantes eligieran hipotéticamente una porción de papas fritas de un restaurante de comida rápida y les dieron la información nutricional que necesitarían para tomar una decisión informada. Las tres opciones eran siempre las mismas en cantidad (71g, 117g y 154g), pero en un caso se etiquetaron como pequeñas, medianas y grandes, y en otro caso las mismas porciones se etiquetaron como mini, pequeñas y medianas: una táctica de marketing dirigida a hacer que las porciones más grandes parezcan más razonables.
Medimos la probabilidad de que las personas fueran sensibles a ese encuadre y si cambiaría su elección de cantidad de papas fritas dependiendo de cómo se etiqueten las porciones. Las personas con obesidad eran más propensas a seguir el etiquetado y no la información real sobre la cantidad, por lo que elegirían la porción etiquetada como mediana aunque sea bastante grande. Los investigadores encontraron que las personas con obesidad tendían a ser más receptivas al marketing de alimentos, pero cuando perdían una cantidad significativa de peso debido a la cirugía bariátrica, su nivel de respuesta a la la comercialización de alimentos se redujo sustancialmente.
Las personas con obesidad que se someten a cirugía bariátrica se volverán menos receptivas al marketing con el tiempo y después de 12 meses, su capacidad de respuesta al marketing alcanza el nivel de personas con más peso recomendado por el médico.
Y manifiestan que no está claro si las personas con obesidad se vuelven menos receptivas al marketing debido a los cambios fisiológicos posteriores a la cirugía (cambios hormonales, neurológicos o cambios en la microbiota intestinal) o debido al deseo de las personas de cambiar sus estilos de vida y hábitos. Otra posible razón, agrega, es que los gustos de las personas tienden a cambiar después de la cirugía bariátrica.
Los resultados sugieren claramente una influencia bidireccional entre el estado de peso de las personas, la psicología y la capacidad de respuesta al medio ambiente, incluido el marketing. Entonces, es una relación compleja.
No sólo lo que comes es lo que ayuda a que te mantengas sano(a). También es importante cómo lo cocinas. Hay muchas maneras de preparar tus alimentos, algunas más beneficiosas que otras. Aquí hago un repaso de las técnicas de cocción y sus beneficios.
Si quieres empezar a comer más sanamente, no solamente debes comprar ingredientes frescos y de calidad (idealmente sin procesar, en algunos casos, si es posible, orgánicos), además debes tener en cuenta el método de cocción ideal para conservar sus propiedades nutricionales. No es lo mismo freír, que hervir; ni hornear, que saltear.
¿Por qué es tan importante el método de cocinar? Te doy algunos ejemplos:
Si los granos (como las lentejas, los arvejas, porotos o garbanzos) no se cocinan correctamente, aumenta su valor glicémico. Eso disminuye su valor para regular la glucosa y para promover la pérdida de peso.
Si usas algunos de los aceites para cocinar nuevamente o si se calientan demasiado, pueden crear sustancias perjudiciales para la salud.
Si se cocinan las frutas o los vegetales en exceso, se reduce significativamente su valor nutricional.
Si quemas los alimentos al cocinarlos, se pueden crear residuos cancerígenos.
A continuación encontrarás una guía de referencia para que elijas el mejor método para cocinar de acuerdo al platillo que estés preparando y sus ingredientes:
• Hervir: es quizás una de las formas más sencillas y más fáciles de cocinar. Se pone un poco de agua a hervir con los alimentos y listo. Es ideal para conservar las propiedades nutricionales de los vegetales y de los otros alimentos, pero teniendo mucho cuidado de que no se pase el punto de cocción. Las verduras deben verse coloridas, brillantes y estar un poco crujientes cuando están listas para su consumo. De lo contrario, los nutrientes se quedan en el agua. Otra ventaja que ofrece hervir, es que no se necesita grasa y esto le cae bien a todas las personas, y es ideal para quienes tienen problemas digestivos.
• Hornear: como su nombre lo indica, se refiere a cocinar los alimentos en el horno. Es ideal para panes, postres, pescados, mariscos, pollo, carne y vegetales. Se puede usar papel engrasado en lugar de margarina o aceite para que sea aún más saludable.
• Saltear: es un método de cocción rápido en el cual se utiliza una sartén amplia para que todos los ingredientes queden en una sola capa, sin superponerse. Se utiliza mucho en la cocina oriental con el utensilio wok. Se usa poca cantidad de grasa -sólo la ideal para que los ingredientes queden lubricados- y se cocinan a temperatura muy alta. Es muy importante cortar en trocitos pequeños todos los ingredientes para que se cocinen de manera homogénea, de forma que no se exceda el tiempo de cocción y no se pierdan las propiedades nutricionales de los alimentos. Si algunos necesitan más tiempo de cocción que otros (por ejemplo, las carnes o el pollo), se deben incorporar antes que los demás. Debido a que se usan temperaturas muy altas para lograr este método, existe el riesgo de que los aceites se vuelvan perjudiciales para la salud. Para minimizar este riesgo, se puede usar caldo o aceite de coco que soporta temperaturas elevadas.
• Freír: Para muchos, es el sistema de cocción preferido porque es rápido. Sin embargo, no es saludable, pues consiste en sumergir los alimentos en aceite caliente, lo cual hace que absorban esa grasa y se vuelvan altamente calóricos. Además, al oxidarse, los aceites producen inflamación en el cuerpo, obstruyen (tapan) las arterias y además, liberan químicos cancerígenos. Así que evita este método siempre que sea posible.
• A la parilla: si bien es menos dañino que freír, los alimentos a la parrilla tienden a quemarse o cocinarse en exceso, lo cual produce radicales libres que contribuyen al desarrollo del cáncer y a la inflamación en general. Si decides usar este tipo de cocción, por lo menos asegúrate de que los alimentos no estén quemados ni tostados.
Recuerda que los métodos que agregan grasa son los más dañinos y también aquellos que someten a los alimentos a temperaturas elevadas que terminan por quemarlos y por hacerles perder sus propiedades nutricionales. Esta guía no incluye todos los métodos de cocción, pero sí los más comunes. Puedes consultar con tu médico o con un dietista calificado acerca de tus gustos y necesidades para poder implementar el método más cómodo y saludable para cocinar.
Todos hemos escuchado acerca de las personas adictas al alcohol, a las drogas u otras sustancias, pero pocas personas han escuchado acerca de la adicción a la comida. Obviamente la adicción a la comida no es buena para tu salud. Aquí aprenderás acerca de este tema y lo que puedes hacer al respecto.
La adicción a la comida es un tema controversial para algunos. Sin embargo, hay expertos como la Dra. Nora Volkow, directora del National Institute of Drug Abuse en EE. UU., que opina que la adicción a la comida, especialmente a la que es alta en azúcares y grasa, es real. Basa su opinión en una serie de investigaciones que comprueban que las vías de recompensa en el cerebro de las personas obesas están interrumpidas. De acuerdo con sus estudios, especialmente las que involucran la dopamina, que se conoce como el neurotransmisor del placer.
Normalmente se libera dopamina cuando hacemos cosas que nos causan placer, como comer, tener relaciones sexuales, o usar drogas. Cuando se hacen estas cosas con demasiada frecuencia o en cantidades mayores a lo normal, el cerebro se adapta y hace que sea difícil desencadenar este sistema. Esto lleva a la persona a comer más o a usar más y más aquello que le hace sentirse bien, y se vuelve un círculo vicioso de adicción.
Otros expertos estudiaron el funcionamiento de las vías de recompensa en el cerebro, utilizando ratas de laboratorio como modelo, para tratar de establecer bioquímicamente qué determina la adicción a la comida chatarra. De acuerdo con el Dr. Max Orginsky de la University of Michigan y sus colaboradores, el consumo de comida chatarra aumenta la activación del receptor AMPA (AMPAR) del núcleo accumbens (NAc). Las respuestas motivacionales están mediadas, en parte, por la transmisión de NAcAMPAR. La NAc es parte de la ruta mesolímbica. Esta estructura tiene un papel regulando la actividad de recompensa dopaminérgica. O sea, que las alteraciones en el funcionamiento del NAc, similares a los que ya se sabe que están detrás de la adicción a las drogas, podrían contribuir a la adicción a la comida chatarra.
La adicción a la comida no es lo mismo a que nos gusten ciertos alimentos. Un artículo publicado por el American Psychological Association en la revista profesional Psychology of Addictive Behaviors describe un estudio realizado en la University of Michigan que examinó las características de la comida altamente procesada que lleva a la adicción a la comida. Schulte y sus colegas reportaron que las comidas procesadas se calificaron como las que tenían un riesgo alto de abuso cuando se comparaban con las comidas que no eran altamente procesadas. Sin embargo, vale la pena mencionar que los participantes en el estudio no reportaron que disfrutaban estas comidas adictivas.
La divergencia entre el placer y la adicción a la comida no es inconsistente, de acuerdo con estos investigadores. Realizaron otro estudio en la Michigan University examinando la asociación entre diferentes alimentos y el riesgo de abuso. Concluyeron que las comidas altamente procesadas se asociaban con un indicador de comer adictivo definido como “falta de control”. Estas comidas procesadas también se clasificaron altas en las escalas de gusto, placer y apetecer.
Si bien es cierto que algunos expertos todavía se preguntan si la “adicción a la comida” es un “trastorno de la alimentación”, un “comportamiento compulsivo”, o se puede comparar con la adicción a una droga, las personas que sienten que están adictas a la comida creen que realmente lo están. Estas personas describirían su adicción como una falta de control sobre su impulso y deseo constante de comer comida chatarra y su inhabilidad de cambiar su comportamiento. Su voto también cuenta.
De hecho, un estudio cualitativo realizado en 2011 en casi 30.000 personas de entre los 8 y los 21 años, publicado en Eating Disorders: The Journal of Treatment and Prevention, sugirió que la relación con la comida en muchos de los que estaban en sobrepeso y que estaban obesos, era muy similar a las personas adictas al alcohol o a las drogas. Y al analizar las respuestas y los comentarios en el internet al tratar de intervenir para ayudarlos, los investigadores encontraron que los niños y los adolescentes utilizaban el lenguaje clásico de la adicción al describir su relación con la comida, incluyendo su inhabilidad de reducir la cantidad, de seguir comiendo a pesar de las consecuencias negativas y de experimentar síntomas de abstinencia cuando esas comidas no estaban disponibles. O sea, este estudio sugiere que hasta los niños y los adolescentes desarrollan adicción a la comida chatarra.
De hecho, de acuerdo con los expertos, es más fácil que los niños y los adolescentes desarrollen adicciones, porque sus cerebros todavía no han desarrollado el control del impulso. Por eso es especialmente importante evitar tener comida chatarra en la casa y que se acostumbren a comer una dieta saludable.
¿Cuáles son algunos síntomas de la adicción a la comida chatarra?
- Ansias frecuentes de comer ciertos alimentos o comidas, a pesar de estar lleno o de recién haber terminado de comer una comida nutritiva
- Empezar a comer una comida ansiada y frecuentemente comer mucho más de lo que se planeaba
- Sentirse culpable de comer ciertas comidas con frecuencia, pero seguirlas comiendo poco después
- Comer una comida ansiada a veces al punto de que la persona se siente excesivamente llena
- Tratar de dejar de comer ciertas comidas, o de establecer ciertas reglas de cuando se pueden comer (como comidas trampa ciertos días). Hacerlo repetidamente sin éxito.
- A veces, hacer excusas de por qué el responder a los antojos en cuanto a las comidas es una buena idea
- Frecuentemente esconder de otros el consumo de comida chatarra
- Sentir la incapacidad de controlar el consumo de comida chatarra, a pesar de saber el daño que causa (relacionado a la salud y al aumento de peso)
En resumen: Los síntomas principales son el ansia y los atracones de comida chatarra sin tener hambre y la inhabilidad de resistir el impulso de comerla.
¿Qué puedes hacer para resolver la adicción a la comida chatarra?
Como con otras adicciones, a veces es necesario intentar dejar de comer comida chatarra más de una vez para tener éxito. Esta adicción no se resuelve sola, es indispensable que decidas que quieres hacer algo para resolverla y que tomes los pasos necesarios. Existen psicólogos y psiquiatras que te pueden ayudar.