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Aumento de peso por estrés

Aumento de peso por estrés

Muchas personas han aumentado su consumo de comida chatarra, se han vuelto más sedentarios, han subido de peso y están más ansiosos desde el inicio de la pandemia. Parece que están alimentando más el espíritu que el cuerpo. Si te ha sucedido a ti o a alguien que conoces, te invito a que sigas leyendo. Tengo algunas sugerencias que podrían ayudarte.

Quiero empezar por decirte que no estás solo. El aumento de peso por estrés y el cambio en relación con el comportamiento durante la pandemia ha sido algo bastante generalizado. Esto es lo que encontró un estudio realizado por el Pennington Biomedical Research Center en Luisiana, Estados Unidos, entre casi 8.000 adultos de todo el mundo, incluyendo a personas de 50 países. Los investigadores encontraron una reducción en los comportamientos saludables durante la pandemia, independientemente de la geografía.

De acuerdo con uno de los autores, “Las personas con obesidad eran las más impactadas, que es lo que se temían. No sólo empezaron con mayores niveles de ansiedad, sino que también tuvieron los mayores aumentos en los niveles de ansiedad a lo largo de la pandemia”. Esto también se correlacionó con los encierros.

En este estudio, 27% de las personas dijeron que subieron de peso después de las órdenes de encierro. El porcentaje fue mayor entre las personas con obesidad (33%) comparado con las personas de peso normal (27%). Las que subieron de peso fueron las que habían disminuido más su actividad física.

Lo interesante fue que 17% del grupo perdió peso. Estas personas se dedicaron a cocinar en casa, a mejorar sus dietas (haciéndolas más saludables) y a aumentar su actividad física.

Pero el aislamiento social tuvo un efecto negativo en la salud mental, y el 20% de las personas reportó mayor nivel de ansiedad y el 44% reportó empeoramiento en su sueño. El nivel de ansiedad afectó a las personas con obesidad en un porcentaje mayor, ya que el COVID-19 causa mayores complicaciones en este grupo.

Personalidades del obeso

Personalidades del obeso

Como búsqueda de una respuesta al constante enigma que plantea la obesidad, desde sus factores etiológicos hasta su abordaje y tratamiento, es que se ha investigado la existencia de una personalidad que predisponga, favorezca o determine esta enfermedad.
Ha sido una de las cuestiones discutidas con fervor en el campo psicológico.
Hoy no se puede definir una condición psicopatológica específica vinculada a la obesidad. Existen obesos con y sin psicopatía, pero no hay un trastorno propio del obeso.
Los hallazgos psicopatológicos en algunos obesos tienen poca relación con la noción popular de una personalidad tipo del obeso. Acorde con esta visión, el obeso puede aparentar ser feliz y sin problemas en la interacción social, pero padecer de sentimientos de inferioridad, ser pasivo dependiente y tener una profunda necesidad de ser amado, aunque algunas personas muestran esas características sin ser obesos Además, los esfuerzos por identificar un tipo de personalidad del obeso han llevado precisamente a hallazgos opuestos, ya que
es notable la diversidad de tipos de personalidad entre ellos. Diversos estudios identificaron de entre tres a diez subtipos de personalidades, y un tercio de los sujetos no correspondieron a ningún subtipo.

Stunkard y Wadden no hallaron en su experiencia clínica una personalidad única en el obeso.
Gran número de pacientes incluidos en grupos de tratamiento eran
extrovertidos, sociables y productivos, participaban constructivamente en las sesiones y confort y sugerencias útiles para el resto de los pacientes.
Unos pocos eran tímidos y reservados, pero su contribución era apropiada cuando se los invitaba a hacerlo.
Si bien no se ha demostrado que exista un trastorno específico en la personalidad del obeso, estos sufren, con gran frecuencia, diversos trastornos psicológicos respecto de los sujetos no obesos.
En aquellos individuos donde la “psicogénesis” predomina por encima de los factores constitucionales, biológicos, existiría un trastorno en la personalidad, no determinando esto una “personalidad del obeso”, sino fallas parciales yoicas en distintas personalidades.
El de la obesidad es un fenómeno que puede darse en distintas personalidades y esto es atribuible a fallas yoicas, diversas en cada caso.
Los factores que intervienen no dependen de una determinada personalidad en sentido estricto, sino de fallas parciales de cada una de esas estructuras psíquicas.

Hilde Bruch en su obra “Eating disorders”, enfatiza la dificultad que tiene el obeso para identificar sus propias sensaciones, no pudiendo –tal vez como penosa herencia de la incapacidad empática materna, reiteradamente sufrida- distinguir hambre de saciedad ni hambre de otras emociones que le embargan cotidianamente.

La consecuencia de esto, es el comer como respuesta a las emociones más diversas. Esta conducta en el adulto, ahora activa, repite su trauma específico temprano: haber sido alimentados cuando manifestaban a sus madres un estado de tensión interna, independientemente de cuál fuese la que los embargaba.
Si se buscan factores comunes en las distintas personalidades se encuentran construcciones subjetivas semejantes a la de los adictos y sufrientes de enfermedades crónicas por lo que algunos autores hablan de una personalidad adictiva.

Máximo Ravenna describe la personalidad adictiva como aquella que no solo tiene necesidades físico-químicas sino también un estado emocional particular relacionado con factores químico (neurotransmisores y neurorreceptores) conectados a los sentimientos y a las necesidades biológicas de cada individuo.

La enfermedad adictiva depende de cuatro elementos interrelacionados:

1. objeto droga: si bien la comida no tiene efectos tóxicos inmediatos ingerida en exceso abandona su función nutricional y placentera para transformarse en un elemento tóxico generando dependencia, enfermedad física y psíquica.

2. la persona: una de las características de la personalidad del obeso es que no tiene límites con su ingesta, ni con su cuerpo ni con su comportamiento, actuando en forma demandante, invasora y a la vez se deja invadir.

3. la familia: ciertas familias fomentan la adicción desde etapas tempranas, sobre todo aquellas donde está alterada la relación entre unos con otros.

4. factores socioculturales: la mirada y el gusto de los otros intervienen como una presión en el comportamiento social de la persona obesa y en su desempeño.
Esa dependencia hace que el obeso adapte su estilo de vida al
mantenimiento de la conducta adictiva la cual si se mantiene en el tiempo seguirá con la negación de los efectos agresivos minimizando, justificando y auto engañándose; es en esta etapa cuando se involucra el entorno.

Ya en una etapa final las conductas son automáticas y manejadas por las emociones. “La comida no es adictiva.
Sí lo es la conexión del individuo con ella”

El consumo de azúcar puede volverse muy amargo

El consumo de azúcar puede volverse muy amargo

¿Cuánta azúcar consumes a diario? Aunque creas que no consumes mucha azúcar, ten cuidado. No sólo se trata de limitar la cantidad que le pones al café, tomar menos sodas o reemplazarla por miel. Muchos productos — algunos que ni te imaginas — contienen azúcar, incluso unos que no parecen dulces. Descubre cuál es el peligro de consumirla en exceso y cómo elegir alimentos más saludables.
El consumo de azúcar puede volverse muy amargo cuando es excesivo. Hay varias razones, pues no sólo añades calorías que no te proporcionan nutrición sino que además, puedes poner en riesgo tu salud. Según el Centro para la Ciencia en el Interés Público (CSPI, por sus siglas en inglés) consumir azúcar en exceso contribuye al desarrollo del cáncer, la osteoporosis y la enfermedad del corazón. Asimismo, promueve la formación de caries dentales y contribuye al aumento excesivo de peso que, junto al sedentarismo, son factores de riesgo de enfermedades como la diabetes.
¿Cuánto es demasiado?
La mayoría de las personas, al menos en los Estados Unidos, consumen un promedio de unas 19 cucharaditas de azúcar añadida al día (el equivalente a unas 285 calorías), cantidad que los expertos en salud consideran excesiva. Las mujeres deben consumir no más de seis cucharaditas diarias (100 calorías), mientras que los hombres no deben pasar de 9 cucharaditas (150 calorías).
El cuerpo avisa
¿Sabías que tu cuerpo puede darte señales de que estás consumiendo azúcar en exceso? ¿O que la cantidad que tomas por día es mayor a la que necesitas? Este exceso puede convertirse en un mal hábito que perjudica a la salud y que puedes detectar por lo siguiente:
pierdes el control de las cantidades y las porciones y al final comes más de lo que planeabas
te pones de mal humor si no comes tu postre o tu dulce a diario.
cuando el nivel de azúcar en la sangre está muy bajo, experimentas nerviosismo, temblores y hasta sudores fríos.

Otras señales de que tu cuerpo te pide menos azúcar son:

Necesidad de orinar muy a menudo. Cuando consumes demasiada azúcar, tus riñones comienzan a trabajar más de lo habitual para filtrarla y sacarla de tu cuerpo. ¿Y cómo lo hace? Justamente, al orinar. Por eso puedes notar que vas al baño más seguido y que la cantidad de orina es mayor que cuando no consumes azúcar en exceso.
Mucha sed. Es una reacción natural de tu cuerpo frente al trabajo que tienen que realizar los riñones para eliminar el azúcar. Tendrás mucha sed para compensar la pérdida de líquidos que tienes por orinar tanto.
Cansancio o agotamiento. El azúcar es una fuente de energía para el organismo, pero cuando la consumes en exceso puede producir el efecto contrario y puede hacer que te sientas cansado(a), ya que el cuerpo no puede usarla de la manera adecuada.
¿Has sentido alguna de estas señales? Si es así, es el momento de comenzar a controlar tu consumo de azúcar. ¿Cómo puedes hacerlo? Además de tratar de disminuir la cantidad de azúcar que le agregas a las infusiones (tés), así como limitar los bocadillos y a otros alimentos dulces, hay otros productos que debes evitar.
Por ejemplo, ¿sabías que se considera que gran parte del exceso del azúcar que ingerimos proviene de las sodas y las bebidas azucaradas? Tal vez si reduces la cantidad que bebes a diario ya estés eliminando gran parte de tu consumo de azúcar.
Busca el azúcar escondida
Los postres y las gaseosas no son los únicos culpables del exceso de azúcar, ni los más evidentes. Hay personas a las que les encantan los alimentos ricos en almidones: bagels, papitas de bolsa o las papitas fritas de los establecimientos de comida rápida. Como contienen carbohidratos complejos, al entrar a nuestro cuerpo se descomponen rápidamente en azúcares simples y si no se acompañan con otros alimentos altos en fibra que retrasen su digestión, causan subidas muy rápidas de la glucosa en la sangre. El arroz blanco y las papas tienen ese efecto en el organismo también, y muy especialmente los almidones muy refinados o procesados como es el caso del pan blanco, las galletas y la pasta.

¿En dónde más se esconde el azúcar? En otros productos que ni te imaginas, aún en alimentos que no parecen dulces, como algunas salsas tipo kétchup o barbacoa. En esos casos, lo mejor es aprender a leer las etiquetas.
¿Cómo puedes detectar el azúcar oculta? Busca los términos terminados en “osa” (como fructosa o galactosa) y recuerda esta lista de sinónimos que, aunque no se denominan con el término azúcar, tienen el mismo efecto en tu cuerpo:
Néctar de agave (aguamiel o, en inglés, agave néctar).
Sirope o jarabe de arroz integral (brown rice syrup).
Dextrosa (dextrose)
Jugo de caña evaporado (evaporated cane juice)
Glucosa (glucose)
Lactosa (lactose)
Sirope, jarabe o miel de malta (malt syrup)
Melaza (molasses)
Sacarosa (sucrose)
Si en el paquete del producto que estás por comprar aparece alguno de estos ingredientes entre los primeros de la lista, o si contiene más de 4 gramos totales de azúcar, tal vez sea mejor que lo evites.
Evitar el azúcar significa no consumirla o hacerlo con moderación. Tratar de reemplazarla con endulzantes artificiales puede parecer tentador pero no es una solución. ¿Por qué? Porque no te ayuda a modificar tu paladar y a romper con tu gusto por lo dulce. Por el contrario, puede hacer que te den todavía más ganas de consumir azúcar.
Entonces, ¿te animas a eliminar el azúcar de tu dieta? ¡Vamos, tú puedes! Recuerda que aunque lo vayas haciendo de manera gradual, es posible que al principio te sientas un poco decaído, apático o nervioso. Lo bueno es que este molesto periodo pasa muy pronto y en seguida tu cuerpo comenzará a sentirse más saludable. ¡Anímate!

Mitos, presunciones y hechos acerca de la obesidad

Mitos, presunciones y hechos acerca de la obesidad

Existen muchas creencias sobre la obesidad que perduran sin tener evidencia científica que las avale (presunciones); algunas persisten a pesar de evidencia contradictoria (mitos).

Introducción

Muchas creencias sobre la obesidad persisten aunque no haya evidencia científica que las avale. Cuando las personas, en general los medios de comunicación y hasta los científicos apoyan creencias no confirmadas, las consecuencias pueden ser políticas ineficaces, recomendaciones poco útiles y asignaciones de recursos improductivas.

Los mitos son creencias que se toman por verdaderas a pesar de que hay considerable evidencia que las desmienten. Las presunciones son creencias que se toman por verdaderas y para las que no hay evidencia convincente que las confirmen o las desmientan. Los hechos son proposiciones respaldadas por evidencia suficiente para considerarlas empíricamente demostradas a los fines prácticos.

Los científicos reconocen que los experimentos aleatorizados son los que ofrecen la evidencia más robusta para efectuar deducciones causales. Sin embargo, admiten que en ciertas circunstancias (ej: cuando no es ético o posible efectuar un estudio aleatorizado), es necesario y apropiado deducir causalidad en ausencia de datos de estudios aleatorizados, controlados. Estas circunstancias raras veces se hallan en los estudios sobre obesidad. Es posible efectuar estudios aleatorizados de incluso los procedimientos más sensibles e invasivos con respecto a la obesidad. Por consiguiente, en este artículo se considera que una proposición es verdadera sólo si es avalada por estudios aleatorizados que la confirman.

Mediante búsquedas a través de Internet de literatura popular y científica los autores identificaron, analizaron y clasificaron mitos y presunciones relacionados con la obesidad. También examinaron hechos que están avalados por la evidencia, en especial aquéllos que tienen consecuencias prácticas para la salud pública, las políticas sanitarias o las recomendaciones clínicas.

Mitos

Mito 1. " Cambios pequeños y sostenidos en el consumo o el gasto de energía producirán cambios de peso importantes y prolongados".

Este mito se sostiene sobre la base de la regla de las 3500 kcal, que ya tiene medio siglo de antigüedad y equipara 450 gr. de alteración en el peso a una deficiencia o un aumento acumulado de 3500 kcal. Pero aplicar la regla de las 3500 kcal a casos en los que se hacen pequeñas modificaciones durante largos períodos trasgrede las presunciones del modelo original, que provienen de experimentos a corto plazo efectuados en hombres con dietas muy hipocalóricas (<800 kcal por día). Estudios recientes mostraron que la variabilidad individual afecta los cambios en la composición corporal en respuesta a los cambios en el consumo y el gasto calórico y los análisis indican cambios de peso mucho más pequeños que los de la regla de las 3500 kcal. Por ejemplo, mientras que la regla de las 3500 kcal indica que una persona que aumenta su gasto calórico diario en 100 kcal al caminar 1,6 km por día perderá más de 22,7 kg en 5 años, el verdadero descenso de peso es de sólo unos 4,5 kg, siempre que no aumente compensatoriamente su consumo calórico, ya que los cambios en la masa corporal alteran las necesidades calóricas del organismo.

Mito 2. " Fijar objetivos realistas para el descenso de peso es importante, porque de lo contrario los pacientes se frustran y adelgazan menos".

Aunque ésta es una hipótesis razonable, datos empíricos no indican una asociación negativa sugerente entre los objetivos ambiciosos y el adelgazamiento. En realidad, varios estudios mostraron que los objetivos más ambiciosos a veces se asocian con mejores resultados. Más aún, dos estudios mostraron que las intervenciones que cambiaban los objetivos poco realistas para mejorar los resultados produjeron expectativas más realistas, pero no mejores resultados.

Mito 3. "El descenso de peso importante y rápido se asocia con menor adelgazamiento a largo plazo que el descenso lento y gradual".

En estudios de adelgazamiento, el descenso de peso inicial mayor y más rápido se asoció con menor peso al término del seguimiento prolongado. Un metanálisis de estudios aleatorizados, controlados, sobre el descenso de peso rápido (logrado con dietas muy hipocalóricas) en relación con el descenso más lento (logrado con dietas hipocalóricas de 800-1200 kcal por día) al cabo del seguimiento a corto plazo (<1 año) y prolongado (≥1 año) mostró que, a pesar de que las dietas muy hipocalóricas se asociaron con un descenso de peso significativamente mayor al término del seguimiento breve, no hubo diferencia significativa entre ambas dietas con respecto al descenso de peso al término del seguimiento prolongado.

Mito 4. " Es importante evaluar la disposición para hacer dieta a fin de ayudar a los pacientes que solicitan tratamiento para adelgazar".

La buena disposición no pronostica la magnitud del adelgazamiento o el cumplimiento terapéutico entre las personas que se anotan para programas conductuales o que se someten a cirugía para la obesidad. Cinco estudios (con 3910 participantes; mediana del tiempo de estudio 9 meses) evaluaron las etapas del cambio (no exclusivamente la disposición) y mostraron un descenso del peso promedio menor de 1 kg y ninguna evidencia concluyente de adelgazamiento sostenido. La explicación puede ser sencilla- las personas que ingresan voluntariamente a los programas para adelgazar por definición están al menos mínimamente dispuestas a adoptar las conductas exigidas para bajar de peso.

Mito 5. " Las clases de educación física, en su modalidad actual, son importantes para adelgazar o prevenir la obesidad infantil".

No se ha demostrado que la educación física, en su modalidad habitual, disminuya o prevenga la obesidad. Datos de tres estudios centrados sobre mayor tiempo de educación física, indicaron que aún aumentando la cantidad de días de clase de educación física, los efectos sobre el índice de masa corporal (IMC) fueron contradictorios en ambos sexos y en todos los grupos etarios.

Mito 6. " La lactancia materna protege contra la obesidad".

Estudios con mejor control de los factores de confusión, así como un estudio aleatorizado, controlado, con más de 13000 niños que fueron seguidos durante más de seis años no proporcionaron evidencia convincente del efecto de la lactancia materna sobre la obesidad. Aunque los datos existentes indican que la lactancia materna no tiene efectos antiobesidad significativos en niños, tiene otros beneficios importantes para el lactante y la madre y se la debe promover.
Mito 7. Un episodio de actividad sexual quema 100-300 kcal por cada participante.

El gasto calórico de las relaciones sexuales se puede estimar tomando el producto de la intensidad de la actividad en equivalentes metabólicos (MET), el peso corporal en kilos y el tiempo empleado. Por ejemplo, un hombre que pesa 70 kg a una actividad de 3 MET, gastaría aproximadamente 3,5 kcal por minuto (210 kcal por hora) durante una relación sexual. Este nivel de gasto es similar al que se logra al caminar a paso moderado (unos 4 km por hora).

Presunciones

En lugar de describir exhaustivamente todos los datos relacionados con cada una de las seis presunciones, se menciona la mejor evidencia.

Presunción 1. " Tomar el desayuno todos los días en lugar de saltearlo, protege contra la obesidad".

Dos estudios aleatorizados, controlados, que estudiaron los resultados de estas dos modalidades no mostraron ningún efecto sobre el peso.

Presunción 2. "Los hábitos sobre la alimentación y el ejercicio que influyen sobre el peso durante toda la vida se aprenden en la primera infancia".

Aunque el IMC de cada persona tiende a estar en el mismo percentilo durante toda la vida, estudios genéticos longitudinales sugieren que esto puede ser debido principalmente al genotipo más que al efecto persistente del aprendizaje temprano.

Presunción 3. "Comer más frutas y verduras producirá descenso de peso o menor aumento del mismo, independientemente de cualquier otro cambio de conducta o ambiental".

Es cierto que el consumo de frutas y verduras es beneficioso para la salud. No obstante, cuando ningún cambio de la conducta acompaña este consumo, puede haber aumento de peso o ningún cambio del mismo.

Presunción 4. " Los ciclos de pérdida y recuperación del peso se asocian con aumento de la mortalidad".

Aunque estudios epidemiológicos de observación muestran que la inestabilidad en el peso se asocia con aumento de la mortalidad, estos datos probablemente se deben a confusión por el estado de salud. Estudios en animales no apoyan esta asociación epidemiológica.

Presunción 5. "Comer entre horas contribuye al aumento de peso y la obesidad".

Estudios aleatorizados, controlados, no apoyan esta presunción.

Hechos

Además de los mitos y las presunciones, lo siguiente se sabe con seguridad:

1- Aunque los factores genéticos son importantes, herencia no es destino; cambios moderados del entorno pueden ser tan eficaces para favorecer el descenso de peso como los mejores fármacos.

2- Las dietas (disminución del consumo calórico) son muy eficaces para adelgazar, pero tratar de hacer dieta o recomendar a alguien que se ponga a dieta no es tan eficaz en el largo plazo.

3- Independientemente del peso o del descenso de peso, aumentar el ejercicio mejora la salud.

4- La actividad física o el ejercicio en cantidades suficientes ayudan al mantenimiento prolongado del peso

5- La continuación de condiciones que favorecen el adelgazamiento favorecen el mantenimiento de un menor peso.

6- Para los niños con sobrepeso, los programas en los que participan los padres y el entorno familiar favorecen mayor adelgazamiento o mantenimiento del peso

7- Proporcionar comidas estructuradas y emplear sustitutos alimentarios favorecen mayor descenso de peso

8- Algunos fármacos pueden ayudar a los pacientes a lograr un descenso de peso significativo y a mantenerlo mientras continúa su empleo

9- En los pacientes apropiados, la cirugía bariátrica produce adelgazamiento duradero y disminuye las tasas de casos nuevos de diabetes y la mortalidad.

Los dos primeros factores contribuyen a establecer un marco en el que la intervención y las técnicas preventivas pueden ser útiles. Los cuatro factores siguientes son más normativos y ofrecen herramientas que se pueden transmitir al público como bien comprobadas. Los tres últimos factores son adecuados para el ámbito médico.

Consecuencias

Numerosos mitos y presunciones sobre la obesidad reflejan la insuficiente consideración de los diversos aspectos del equilibrio calórico, especialmente la compensación fisiológica de los cambios en el consumo o en el gasto. Algunos de estos mitos y presunciones implican el supuesto implícito de que no hay ninguna compensación fisiológica (ej: la regla de las 3500 kcal) o una compensación sólo mínima (ej: disminución de las comidas entre horas como medio para adelgazar). En otros casos, hay un supuesto implícito de sobrecompensación (ej: desayunar todos los días o aumentar el consumo de frutas y verduras como medio para adelgazar).

Los que proponen otras ideas no corroboradas no consideran que se quema cierta cantidad de calorías aún sin participar en la actividad en cuestión (ej: aumento de la actividad sexual). Además, los interesados no buscan los resultados de estudios a largo plazo, aleatorizados, que midan el peso o la adiposidad como parámetro de resultados. Por lo tanto, los datos presentados están plagados de evidencia circunstancial y no se informa que ésta no es convincente (ej: los beneficios del desayuno). Además, algunos tratamientos o estrategias de prevención sugeridas pueden funcionar bien (ej: aumentar el consumo de frutas y verduras), pero sólo como parte de un programa polifacético para el descenso de peso. La evidencia de que una técnica es beneficiosa para tratar la obesidad no es necesariamente evidencia de que será útil para enfoques demográficos preventivos y viceversa.

Saber y no saber

Numerosos sesgos cognitivos llevan a mantener creencias erróneas. Cuando los medios proporcionan abundante cobertura sobre la obesidad, muchas personas parecen creer algunos mitos (ej: adelgazar rápidamente facilita volver a aumentar de peso) debido a la exposición repetida a ciertas afirmaciones. La disonancia cognitiva quizás no nos permita abandonar ideas que son importantes para nosotros, a pesar de evidencia contradictoria (ej: la idea de que la lactancia materna previene la obesidad en niños). Igualmente, el sesgo de confirmación puede evitar que busquemos datos que refuten proposiciones que ya hemos aceptado intuitivamente como verdaderas porque parecen obvias (ej: el valor de objetivos realistas para adelgazar).
Afortunadamente, el método científico y el pensamiento lógico ofrecen maneras de detectar afirmaciones equivocadas y aumentar nuestros conocimientos.. Más aún, a veces nos conformamos con datos generados con métodos inadecuados en situaciones en las que son posibles estudios mejor diseñados, incluidos verdaderos experimentos aleatorizados).

Los mitos y presunciones sobre la obesidad analizados son sólo una muestra de las numerosas creencias de muchas personas, entre otros también los científicos, los periodistas y el público en general. No obstante, hay hechos sobre la obesidad que son útiles y de los que podemos estar razonablemente seguros. Mientras trabajamos para generar más conocimientos útiles, podemos en algunos casos avanzar con estrategias postuladas, pero no comprobadas. Sin embargo, como científicos, debemos ser siempre sinceros y honestos con el público acerca del estado de nuestros conocimientos y evaluar rigurosamente las estrategias no comprobadas.